En 2019 escribí dos guiones entre los que elegiría únicamente uno para rodar. Debido a la gran acogida del libreto de Adam In Aeternum, este otro proyecto quedó descartado, pues además de menos genuino, lo que me aportaba visualmente ya quedaba plasmado en distintos momentos de Adam y Map. Aquí podéis disfrutar su lectura:

 

 

EN NEGRO:

 

Desde la lejanía, un rítmico y sordo SONIDO de cortar leña va creciendo en intensidad. A su alrededor, sólo le acompañan algunos PÁJAROS e INSECTOS y el RESOPLAR del viento entre los árboles.

 

ABRE A:

 

 

EXT. GRANJA – DÍA

 

La cálida luz del sol, que ya empieza a ser anaranjada, envuelve la figura de un HOMBRE (maduro, curtido, rudo) empuñando un viejo hacha.

 

La hunde en el trozo de madera que se halla cortando.

 

Tras él, los leños están apilados cerca de la entrada a la casa. Los animales se encuentran comiendo tranquilamente en el suelo cercano.

 

Se toma una breve pausa, sudando. Alza la vista y otea el horizonte, a través de la ropa de mujer que ondea al viento en un par de tendederos cercanos.

 

Reanuda la tarea, partiendo en dos el trozo de madera.

 

Atrás, una FALDA cruza el umbral. Al lado, la mano sostiene un CUCHARÓN del que gotea AGUA cristalina.

 

CORTA A:

 

 

INT. CABAÑA – DÍA

 

El hombre suelta los troncos en un rincón. Todo el mobiliario y la decoración son rústicos y modestos pero cuidados con mimo.

 

Se aproxima a la MUJER (morena, madura pero aún atractiva), que se ha detenido ante el aparador. Con la mirada perdida observa un portarretratos, donde aparece más joven, abrazada a otro hombre.

 

Vuelve a prestar atención a su invitado.

 

MUJER

Gracias de veras, Aldo. Discúlpame por haber tenido que pedírtelo otra vez. Desde que
falta mi Tony, me siento tan desvalida, tan torpe–

 

ALDO

Y yo… siento que no me haya cundido demasiado, Sara.

 

SARA

El imparable paso del tiempo…

(pausa)

Descansa mientras un poco, si quieres. Ya casi está la cena.

 

Aldo se dirige a una sencilla cama, situada bajo la ventana, y se deja caer en ella. Del bolsillo de su camisa, extrae un pequeño birimbao, que se lleva a la boca.

 

Rápido FLASHBACK:

 

Un DEDO INFANTIL se desliza sobre el BIRIMBAO, apartando hollín que lo cubre.

 

VUELVE A:

 

Mientras Aldo HACE SONAR NOTAS que asemejan una especie de muelle musical, eleva su mirada, intentando atravesar la ventana hacia el cielo.

 

FLASHBACKS:

 

EXT. MONTE – DÍA – DÉCADAS ANTES

 

Los ZAPATOS de un NIÑO (9, sus rasgos se asemejan a los de Aldo) atraviesan entre distintos restos humeantes.

 

Los SONIDOS del incendio de una casa van amainando.

 

Con el semblante sumido en la tristeza, se agacha. Levanta unos harapos quemados.

 

Desliza un dedo sobre EL BIRIMBAO, apartando el hollín que lo cubre.

 

Se alza ante el bajo sol, agarrando un rifle que encuentra.

 

ENCADENA CON:

 

INT. TABERNA – NOCHE

 

La MANO del chico deposita una BOLSA DE DINERO sobre las tablas de una mesa.

 

Un PISTOLERO (45), que masca tabaco, sonríe condescendiente y a continuación le frota el pelo.

 

ENCADENA CON:

 

EXT. NIEVE – DÍA

 

Unas HUELLAS han quedado marcadas en la nieve. El pistolero las señala con el brazo, mientras el chico se agacha y atiende.

 

ENCADENA CON:

 

EXT. CAMPO – DÍA

 

El chico apunta con su rifle a unas botellas.

 

El pistolero le mueve su brazo, corrigiéndole la postura.

 

ENCADENA CON:

 

EXT. COLINA – DÍA

 

Agachados en el borde de una colina nevada, el chico y el pistolero otean. El crío prepara su rifle.

 

PISTOLERO

No dudes, chico.

(pausa)

Cuando al fin alcanzamos nuestra meta, nuestro objetivo, es cuando dudamos de si tiene
sentido. Siempre. Pero ya estamos ahí, ya no tendría cabida otro camino ni otra
opción. Es lo único que nos queda.

 

Escupe el tabaco. Le coloca su propio sombrero, regalándoselo.

 

El chico apunta con el rifle.

 

Cierra EL OJO.

 

ENCADENA CON:

 

EXT. CAMPO – NOCHE

 

Junto a una hoguera, el pistolero dormita. Al girarse, una

MEDALLITA  

cae de su bolsillo.

 

El chico la recoge.

 

La abre, y lo que ve…

 

una FOTO de él mismo abrazado a SU MADRE!

 

INSERTO: se agacha junto a los harapos quemados.

 

Crispado por la rabia contenida, mira al dormido pistolero.

 

Una lágrima vuelve a asomar en los inocentes ojos.

 

Gritando fuera de sí (pero SIN OÍRSE) golpea con la culata del rifle la figura de su mentor.

 

Una y otra vez.

 

Las llamas de la HOGUERA oscilan impasibles.

 

VUELVE A:

 

El fuego CREPITA en torno a la leña que arde en el FOGÓN. El humo se eleva sobre la olla.

 

ENCADENA CON:

 

 

INT. CABAÑA – MÁS TARDE

Sobre la mesa de madera quedan los PLATOS con los restos terminados de la cena.

 

Aldo suelta su cuchara y aparta de sí el último de ellos.

 

ALDO

Muchas gracias. Estaba muy rico.

 

A un lado de los platos, descansa la canana con el revólver.

 

Ella le mira, con interés.

 

SARA

Permíteme una pregunta.

 

ALDO

Ahá.

 

SARA

¿Nunca te has cansado de estar solo? ¿Nunca has sentido la necesidad de… de tener un
hogar… una mujer?

 

Aldo le devuelve la mirada, fijamente, con respeto. Luego, por respuesta empieza a limpiar y cargar su revólver, lentamente.

 

SARA

Parece un modelo algo viejo, ¿no?

 

ALDO

(sonriendo)

Para muchas cosas, lo antiguo sigue siendo lo mejor.

 

Las miradas de ambos destellan complicidad.

 

Sara termina de recoger los platos y se levanta portándolos. En el último momento, él la detiene sujetándola de la muñeca.

 

ALDO

(pausadamente)

Sobre tus preguntas… Muchas veces. Muchas. Pero inmediatamente después recuerdo lo
que soy. Lo que significa. Permíteme ahora preguntarte yo. ¿Podría una mujer
ser feliz con alguien que vive de la sangre, que nunca sabe si volverá entero o
cosido a balazos?

 

Sara, de pie, cargando con los platos, baja la mirada.

 

Él la suelta.

 

ALDO (CONT’D)

Cuando un hombre decide ser cazarrecompensas, porque es lo único que sabe, puede, o le dejan hacer, elige casarse con esa señora tan esquelética, oscura y con guadaña.

 

El pistolero sonríe con amargura.

 

ALDO (CONT’D)

Decide ser esclavo de esto.

 

Acaricia su revólver, ya listo.

 

ALDO (CONT’D)

Únicamente. Y para siempre. Ir a por los malos, capturarlos o matarlos. Y esperar a que
algún cabo suelto del pasado vuelva a por él y le mate. Nada más. Ninguna mujer
podría soportar esta vida, ni se la merece.

 

Mientras ella suelta los platos en la cocina y vuelve, Aldo se levanta. Se ajusta el revólver a la cintura.

 

 

INT./EXT. CABAÑA – ATARDECER

 

Junto a la puerta, Sara le ofrece el sombrero, con los ojos abiertos de comprensión y admiración. Frente a ella, Aldo lo recoge, rozando sus dedos con los de la mujer.

 

Se lo coloca, ajustando el barboquejo sin apartar la mirada. Con el dorso de sus dedos, él le acaricia brevemente el flequillo. Entonces, se gira hacia la salida.

 

 

EXT. CABAÑA – ATARDECER

 

De pie en el porche, Sara apoya su mano en una columna de madera y alza la cabeza, hacia el horizonte.

 

 

EXT. GRANJA – ATARDECER

 

Aldo avanza por el camino, dejando atrás la cabaña.

 

A cierta distancia frente a él, unas BOTAS con espuelas le están esperando. Al lado, OTRAS. Y OTRAS.

 

 

FIN.

Raíces perdidas © Pedro Jaén Rodríguez 2019

Inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual

 

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