Me surgen dos apuntes relacionados con mi anterior publicación.
El primero de ellos es sobre los sueños, que mencioné como una de mis fuentes de inspiración. X-Y y Oftalmós fueron primero, y literalmente, soñados —como pesadillas—.
Pero no sólo me sucede esto en torno a historias sino también a veces sobre la construcción técnica de las mismas. Como dije, y como creían los antiguos, son avisos de los dioses.
Nunca he tenido tantas dudas sobre un proyecto como sobre el próximo, y nunca ha estado tan en la cuerda floja, debido a problemas presupuestarios, logísticos y de inseguridad sobre la superación. Pero la otra noche soñé el rodaje, con todos sus detalles, y entonces lo vi tangible, factible. Una especie de epifanía que me activó y me marcó una ruta ya imparable.
Esto son para mí los sueños. No ese tópico cursi y gastado, esa metáfora facilona para las ambiciones blandas. Sino algo literal y esotérico que conduce mis realidades.
El otro apunte, más breve, es sobre mis guiones “a mano”. Como una imagen vale más que mil palabras, rescato ésta que me faltó añadir:
Actualizo también el artículo anterior, incorporándola.