Iba a titular este pequeño artículo de despedida del año “La importancia del atrezo” o “La importancia del vestuario”, o así podría seguir. Pero, sea del departamento o aspecto de la obra del que se trate, todo radica en la atención y obsesión por el detalle.
Ahora que ando ultimando la preproducción del próximo corto, me encuentro junto a la persona de vestuario recorriendo durante todo un día entero diversos telares en búsqueda de la tela ideal, de la que tiene la textura, el peso y el tacto idóneos para envolver a “ese” personaje. Otro día en busca de unos botones concretos para sustituir los del chaleco del coprotagonista, hasta que aparecieron tal cual los imaginé. O caminar hacia arriba y abajo del “Rastro” descubriendo distintos objetos y posibilidades para el atrezo. Todo este trabajo extra, “inútil”, en el que otros directores prefieren no estar presentes o no intervenir, forma también parte de dar cuerpo a la obra, de encontrar su tono, de llegar a ella.