Otra vez resonaba la sirena. Otra vez. Desde su destartalado ventanal, Dimitri contemplaba impasible la calle. Como los perros a los que Pávlov les agitaba su campanita, algunos ciudadanos se apresuraban a escurrirse en dirección al metro, subterráneo o cualquier suerte de refugio, para reunirse con los que ya estaban allá, arropados únicamente en su miedo prediseñado y contagioso.

Todos temían ahora al ruso. Pero él, ruso, les había temido a ellos todos estos años. A sus amigos inmigrantes los habían encarcelado, torturado o eliminado. Estaba solo. Y su soledad se expandía mientras allí abajo sus verdugos se escabullían. La sociedad occidental les convertiría en víctimas, en “héroes sin capa” de esos que tanto entusiasman, como hizo con los enfermeros tiktokers de aquella variante de la gripe. Pero él, estaba solo en este nuevo mundo de victimismo y medias verdades, de solidaridad de gelatina y valores de saldo. Ya no interesaban sus férreas convicciones, ni el esfuerzo, la fe o el arte clásico, no estaban de moda. Occidente, lejos de caer como el Imperio Romano, actuaba más bien como “la masa devoradora” de aquella vieja película: engullendo y asimilando todo con su viscosidad blanda y rosa. Su Nuevo Orden Mundial no iba a detenerse ante ningún muro de rectitud y valores cristianos. Prefería pintarlo con el rojo infierno de su propia fábrica y dejar que haga efecto entre sus lobotomizados, asustados e interesados súbditos. Les esperaba un “paraíso” de carne artificial, clima artificial y relaciones artificiales, de venenos controladores y promesas judías.

Dimitri miraba desde su cárcel de cristal la gris urbe. Ya no veía a nadie más de pie.

Y otra vez resonaba la sirena.


© Pedro Jaén Rodríguez 2022


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2 Comments
  • Nio Sebez
    Reply
    March 1, 2022

    Muy bueno Pedro!

    Estos tiempos me recuerdan a tantas películas que he visto, que nos han enseñado para que pensemos lo bien que estamos en la butaca, lejos de ese infierno recreado que, aunque parecía real, nunca nos tocaría.

    Cada vez me veo mas aislado porque, aunque firme en mis convicciones, como nunca, temo que las masas manipuladas, quizás ahora también genéticamente, sean mis verdaderos verdugos. El vecino amistoso, la cajera del super, incluso el amigo de la infancia que veo de vez en cuando, ya no son los mismos, están más distraídos y menos razonables, a veces agresivos. Tengo fe y esperanza, se que esto no podrá conmigo. La verdad triunfará. Pero a veces no puedo evitar sentir un escalofrío como nunca lo he sentido.

    ¡Valor y confianza!
    Nio

    • UigiG
      Reply
      March 2, 2022

      Muchas gracias por tu comentario, Nio!
      Creo que me has leido mis pensamientos en cada uno de los temas que comentas. En concreto y en lo más personal, justo lo que comentas del “vecino”, la “cajera del super” y el “amigo de la infancia” me ha ocurrido literalmente, y el conflicto de sentimientos y acontecimientos ha sido justo tal y como lo describes (como si hubieras visto mi vida por una cámara, jejeje) pero me atrevería a decir que algo más dramático y sobre todo traumático en mi caso.
      Mil gracias por tus ánimos, y yo también por ahora resisto como un roble, aunque te agrego que desde aquel 14/03/20 ya no soy el mismo, para bien y para mal.
      Un abrazo, y fuerza igualmente!

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